Históricamente, en la fabricación siempre se han tenido en cuenta la productividad, la eficiencia y las economías de escala. Pero si se observan las exigencias de los consumidores y mercados actuales, la flexibilidad se está convirtiendo en el factor impulsor para un número cada vez mayor de fabricantes. Se empezó a hablar de sistemas de fabricación flexible (FMS, por sus siglas en inglés) hará unos 10 o 15 años. Se trata de sistemas construidos para manejar múltiples productos en la misma línea de producción. Pero esos productos deben conocerse de antemano y sus requisitos deben incorporarse al proceso.
La fabricación adaptativa permite llevar la flexibilidad a una dimensión completamente nueva. No solo pueden cambiarse los lotes, sino que también puede hacerse sin ningún esfuerzo, e incluso de manera instantánea. Gracias a un control total sobre los productos individuales, se pueden cambiar los formatos en cada ciclo si así se desea. La fabricación adaptativa abre la puerta a la gestión de productos futuros no previstos y a la ejecución de múltiples SKU (unidades de mantenimiento de existencias) en el mismo lote.
En general, la flexibilidad solo se puede conseguir utilizando servocontroles. La adaptabilidad, por otro lado, incluye un conjunto completamente nuevo de funcionalidades que solo surgen cuando se incorporan tecnologías instrumentales clave como son el transporte mecatrónico, la robótica, la visión artificial y la simulación. La flexibilidad aporta libertad dentro de ciertos límites, pero con la fabricación adaptativa esos límites ya no existen. Y ello representa un desafío que nos invita a abrir nuestras mentes a nuevas formas de pensar acerca de cómo se fabrican, ensamblan y empaquetan los productos.